Soy
mezcla de bárbaros e indígenas; soy hija del sol hecha tierra,
Mezcla
de iglesia con selva, fervor y plegarias, poesía y razón.
Soy
quien se mete en tus entrañas para llenarse de vida, soy quien abre sus brazos
al viento; soy del agua, agua de mar, agua de río, agua bendita, agua de lluvia;
agua salada, dulce y santa. Soy la
hoguera que quema y la chispa que alienta, el calor que abraza y la luz que enciende.
Soy
los pies descalzos enraizados, soy la roca firme, la duda y el llanto.
Soy
la risa a carcajadas y el miedo y el canto.
Soy una
canción de cuna extranjera, soy tambores y plegarias; soy sangre de gitana y entrañas
de virgen. Canto y bailo con la luna, entre bejucos y ramas; soy la piel
desnuda y la mente alada, soy la sangre que da vida, el placer encarnado en
curvas y líneas.
Soy
libre en el viento y esclava en los preceptos, soy la repetición como
sentencia: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Soy la oración viva y
el rezo enmohecido. Soy hija de la tragedia, la traición y la rabia; soy la luz
del perdón, soy el gozo de una mente que olvida, soy el callo que no siente y
la cara que no se sorprende.
Soy
navegante de un mundo cifrado, una verdad encriptada, una mentira disfrazada: 11111000000.
El mundo infinito en una cifra de a dos, la traducción de los anhelos envueltos
en pixeles, las redes mágicas, la conexión sin límites… sin límites.
Soy
un jaguar domesticado, el pájaro enjaulado, el caracol enterrado. Soy fuerza de
yegua salvaje, una perra de monte, hormiga incansable y el oso invernando. Soy el
águila al acecho planeando el universo, el salmón en contracorriente, la oruga
que muere, soy la ferocidad de una leona en celo, soy la mariposa que alza su
vuelo.
Creo
en tu abrazo y en tu risa, creo en tus ojos y en tus manos fuertes. Creo en mi
vientre y en mis dedos; creo en tus mentiras y en tus anhelos. Creo en lo que
crea, creo en la luz que resplandece en el cielo y en la oscuridad que agobia
en la profundidad del subsuelo.
Creo
en el té, en el limón y la y hierbabuena, en el pan de maíz humeante, en la
ostia y el vino, en la hierba y el humo. Creo en el tambor y la quena, en el
blues y las guitarras; en la sensualidad de un chelo y la estructura de un
bajo. Creo en el violín y sus cuerdas sacras, en las nupciales y fúnebres, creo
en las marchas. Creo en los latidos de un
bebé como un potro galopando; creo en el vientre que lo está gestando.
Creo
en las gargantas rasgadas y los cantos sublimes como endulzados con miel. Creo
en el llanto de un bandoneón y la euforia de un acordeón; creo en la
guacharaca, la clave y el saxofón.
Soy
el asfalto que asfixia y la prisa sin razón. Soy el cemento y el hierro
fundidos en una sola construcción. Soy el derroche y el lujo, la bohemia y el
amor.
Estoy
en medio del viejo, el borracho y el actor.
Estoy
en medio del día, de la noche y del hoy. Como es arriba es abajo y en ambos me
encuentro yo. Creo en ti y en un nosotros, creo ante todo en el otro; en su
mirada en mis ojos y en mi reflejo en su piel.
Creo
en el que vence y no en el que convence, creo en el que observa, en el que se
piensa y piensa, en el que revela y confronta; en quien se arriesga y se
enfrenta.
Creo
en el mundo que habito y en el que imagino, creo en el sueño y en la intuición,
creo en mi vida, la conciencia y la pasión.
Creo en el rito y en la tradición, creo en la idea y en la innovación; creo en el que cree por decisión y creo en el que cree porque no tiene otra opción.
Creo en el rito y en la tradición, creo en la idea y en la innovación; creo en el que cree por decisión y creo en el que cree porque no tiene otra opción.